sábado, 22 de octubre de 2011

Sopas mallorquinas: para limpiar cuerpo y bolsillo

Cuando era pequeña odiaba la sopa, así que leer a Mafalda me reafirmaba. Aún así, mi madre me la plantaba en el plato e ideé una técnica para sobrevivir: quitarle todo el caldo. Así que me comía los fideos, las gambas o lo que hubiera sólido, pasando del aguachurri. Con el tiempo he madurado, he recorrido mundo (¡he estado en Port Aventura!) y he descubierto que la sopa caldosa está rica. Pero si tú eres de los que odian el caldillo, no quiere gastarse mucho dinero y/o quieren hacerse una limpieza de cuerpo porque te gusta el tocino más que a la difunta Amy Whinehouse una buena farra... Las sopas mallorquinas son tu plato.

La cocina mallorquina presume de sus muchísimas verduras. Es un plato humilde en el que cabe casi de todo y encima está bueno. Como ya empieza a hacer fresquito, el jueves me pasé por la frutería y la carnicería para comprar los ingredientes. A saber:

Unos 250 gr. de pan de sopas (que para los de fuera, son lonchas muy finitas de pan moreno que lo podéis sustituir por pan de hogaza muy reposado; de varios días, vamos).
Una col.
Un pimiento verde
Un pimiento rojo
Cuatro tomates
Setas, guisantes, coliflor, acelgas
Perejil, sal y pimienta.

Además, le planté tres lonchas de lomo de cerdo y un butifarrón, que viene a ser como nuestra morcilla. Si te va la marcha y te parece que el plato es demasiado sano, haz el favor de ponerle panceta. Como esto va de verduras de temporada, unas alcachofas, por ejemplo, le van genial. Luego hay gente que le pone judías verdes o espárragos verdes, pero la verdad, yo no lo veo. Será que en Mallorca nunca las he visto así y yo soy una purista.

La elaboración está tirada.
En un perolo de barro pones aceite y el lomo y el butifarrón cortados en cachines. Vas añadiendo las verduras cortadas. Primro el pimiento rojo y verde. Cuando ya tenga colorcito, los guisantes (cuidado: si están congelados te cortarán la fritada. Ponlos descongelados y secos para que no te salte el aceite). Llega el momento de ponerle setas. Yo metí unas gírgolas, que no tienen mucho sabor, pero ahora es un momento estupendo para meterle esclatasangs o lo que pilleis en el mercado.

Una vez salteados, es el momento de los tomates cortados. Deja que se evapore el caldillo que suelte, que se sofría a buen fuego. Una vez conseguido el dorado de las verduras, mete la col cortada en finas tiras. Dale vueltas que se empape bien de todos los sabores.

Es el momento, pues, de echarle el agua, hasta que cubra las verduras y un dedo más. Ahora agregas la coliflor cortada en trozos y las hojas de acelga también cortadas. Salpimenta y deja que haga chup chup. El plato estará cocinado cuando la coliflor esté tierna.



La gracia del plato está en hacerlas el día anterior para que las verduras reposen  y se tomen los sabores. Si no te has planificado antes, deja que como mínimo descansen media hora.

Bien, llega el momento final. En una cazuela de barro más pequeña, pones en el fondo el pan de sopas. Le pones ajo picado finito y perejil, además de un buen chorro de aceite de oliva virgen. A continuación poneslas verduras encima del pan, servidas con una espumadera para quitarle el caldo sobrante. Sólo al final le pones dos o tres cucharones de caldo para que le pan no se quede seco. Pero ojo, esta no es una sopa caldosa.



Meter en el horno a unos 180-200 grados durante un cuarto de hora, hasta que coja un color doradito. Al servir, añade otro chorro de aceite de oliva. Y al poner las raciones en el plato, no te olvides que todos deben llevarse su parte correspondiente de pan.



El sabor está buenísimo y el precio del plato es una vergüenza: me gasté seis euros en las verduras y en la carne y butifarrón. Con este perolo hemos comido dos personas durante dos días, así que sale al módico precio de euro y medio la ración.

Eah, pues me voy a comer mis sopas por segundo día consecutivo. Como dicen por aquí, ¡bon profit!

P.D. Nos acabamos de zampar las sopas y han salido del horno reposaditas y con un ligero socarrat por encima. Me han hecho la ola.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Comer como una Duquesa: solomillo con pasas y nueces

Yo no soy catorce veces Grande de España (aunque mido 1,80), pero en casa no hemos querido ser menos y hemos celebrado la boda de la Duquesa de Alba. Hoy nos hemos metido entre pecho y espalda un solomillo de cerdo con pasas y nueces. Un miércoles, flipa.

Hoy era de esos días que no se me ocurría qué hacer de comida. Así que me di una vuelta por la blogosfera y me topé con el solomillo de El Comidista, Mikel López Iturriaga. Además de salado, Mikel me cae bien porque trabajó en ADN Barcelona y al ser despedido abrió un blog de cocina. ¡Igualico que yo!

Total, que vi las fotos de su solomillo y me lancé a comprar los ingredientes: un solomillo de cerdo para dos, nueces picadas, un puñadín de pasas, 100 ml de nata líquida, 50 ml de oporto, una pastilla de carne, mantequilla, sal y pimienta negra. Además hemos seguido la sugerencia de El Comidista y he cocido unas patatinas enanas de Sa Pobla. Como no encontré oporto en el supermercado, he tirado con un moscatel que había por casa.

La elaboración, que está chupada y sólo me ha llevado media hora, está muy bien explicada en la receta que publica Mikel. Eso sí, yo corté el solomillo demasiado gordo y no lo pasé lo suficiente por la sartén, así que me quedó una chispa crudo. Pero una vez vuelto a pasar por la sartén, así nos quedó el plato:





Sin fotoshop ni flash ni maquillaje y quedó así de bonico.

¿A cuánto sale el plato? Pues el solomillo me costó poco más de cinco euros, que sumado a la nata, pasas y nueces y demás, nos sale a seis euros para dos personas. La salsa estaba tan rica que terminas mojando el pan. Y el plato es tan resultón que vale para un día de fiesta, ¡incluso Navidad! Para que luego digan que no hay manera de celebrar las fiestas sin tirar la casa por la ventana.

P.D. No hace falta decir que sale mucho más rico si los ingredientes son buenos. A saber, solomillo de carnicería de confianza, nata de marca solvente (¡abstenerse marcas blancas!) y patatas nuevas.

P.D.1. Ni una miaja de envidia del menú de boda de la Duquesa de Alba, que no ha tenido cortador de jamón pero sí gazpacho, ajoblanco, arroz de bogavante picante, solomillo Wellington, sorbetes variados, arroz con leche y tocino de cielo.